El mar como objeto poetizable


Tenía por costumbre poetizar sobre el mar, ya sabéis, sobre el cadencioso retorno de las olas, sobre los infames abismos, sobre los horizontes con vientos húmedos, sobre el brillo verdoso de espumas rescatadas de la memoria, sobre leviatanes, sobre la sal adherida a una herida, sobre barquitos veleros meramente ridículos, sobre iridiscencias y atardeceres rojos, sobre huellas en la arena, sobre cementerios marinos, pero cuando aquella mañana el agua arrasó las calles, se llevó con su marea mortífera de lodo coches, árboles, vidas, casas y animales inflados, sí, después de aquel tímido tsunami, el mar empezó a figurar sólo como argumento para sus prosas y para alguna que otra tragedia.

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